Por:Evelyn Irizarri
Cada vez que una persona nos pregunta cómo estamos, no espera siempre que respondamos con la verdad. La gente desea que digas “estoy bien”, para responder: “qué bueno. Me alegro por ti”, y seguir su camino.
No quieren saber de problemas, no les interesa conocer lo que en realidad te está pasando. Es cierto que cada quien es responsable de su vida y la lleva como mejor le parece y no tenemos por qué andar contándole a cualquier persona las cosas que nos pasan. A cualquiera no, pero sí a quienes sabemos que nos quieren y harán lo que sea para apoyarnos.
El mundo es en verdad difícil, tenemos que andar por él diciendo lo que los otros quieren escuchar y haciendo lo que a los otros les parece bien. Vivir a mi manera me ha costado mucho, hacer y decir lo que siento no siempre ha sido muy bien visto y francamente no me importa.
Pero sin pensar en la impresión que causaremos en los demás o en si es lo que quieren o no escuchar, siempre es bueno decir “estoy bien”, si es verdad, ¡qué bueno! y si no lo es, es la mejor manera de iniciar el camino hacia estarlo.
Experiencias propias y ajenas demuestran cada día la veracidad del poder de atracción, la fuerza que tienen las palabras que decimos, la realidad de decretar con nuestros labios lo que queremos y cómo con una actitud positiva atraemos lo que deseamos.
Alguien dirá que aunque se pasa la vida diciendo “estoy bien”, “soy feliz”, “tengo todo lo que quiero”, “no cambiaría mi vida por nada”, “no necesito nada más de lo que ya tengo”, en realidad es todo lo contrario, y con sus palabras solo espera el milagro de que eso algún día sea verdad.
A pesar de lo mucho que tardemos en recibir los frutos, tarde o temprano estos llegarán y endulzarán nuestra existencia.
Aunque nos desesperemos no debemos cansarnos de proclamar lo que deseamos, si al final sentimos que no lo logramos, al menos nos quedará la satisfacción de que lo intentamos, de que luchamos por siempre estar mejor.
Por eso, siempre que alguien le pregunte que ¿cómo está?, piense un segundo en cuál sería su estado ideal y conteste a su interlocutor, sin dejar de acompañar esa respuesta con una amplia sonrisa, “estoy y me siento bien”.