El chico de las poesías escribe 360 grados de historia

Por:PhotoNews 
En julio pasado, cuando se anunciaba que Romeo Santos cerraría el 2014 en República Dominicana con dos conciertos de su exitosa gira “Fórmula Vol.2″, pocos dudaban que su regreso significaría un nuevo capítulo en su envidiable trayectoria.
Esta vez, Romeo pisó con firmeza suelo dominicano de la mano de ron Brugal y SD Concerts, del empresario Saymon Díaz, primero para el show que puso a vibrar al Cibao el 14 de este mes cuando cantó en el Estadio Cibao, ante un público que coreó todos y cada uno de los éxitos de la selección redonda de este tour.
Ya en el 2012, Romeo escribía un capítulo histórico reventando –literalmente– el Estadio Olímpico en dos noches repartidas en menos de 15 días, donde se vivió una experiencia casi religiosa. A esto precisamente nos referimos cuando decimos que pocos dudaban de que el astro se llevaría en sus manos (otra vez) la gran antorcha que entrega el fanático agradecido.
Pero si ya el intérprete de “Inocente”, tema con el que dio apertura a su espectáculo este sábado en Santo Domingo, había superado cualquier barrera en cuanto a convocatoria en este aforo, ¿qué podíamos esperar en esta ocasión? Saymon Díaz, tenía un as debajo de la manga para agregarle un ingrediente sabroso esta vez: un impresionante escenario 360 que le permitió al artista moverse a sus anchas y darle la oportunidad al público ubicado en cualquier punto del aforo tener una visibilidad sin desperdicios.
Eran las 9:35 de la noche cuando los músicos de su sincronizada y experimentada banda subía las escalinatas para colocarse en la majestuosa pasarela, y el público entonó un ensordecedor grito que subió a capacidad cuando Romeo Santos iba subiendo por el ascensor habilitado para llegar hasta el escenario. 
Vestía una capa propia de la estirpe de un rey a la vieja usanza, la cual le fue despojada por uno de sus asistentes y luego iniciar su trayecto hasta donde le esperaba el trono que empezó a ganarse en el 2002 cuando Aventura empezaba a darse a conocer con su hit “Obsesión”.

Allí se estacionó Romeo, con deseos de sentarse pero no lo hizo. Tomó un bastón, tocó con este el piso y así marcaba los primeros acordes de un cancionero que repartió 25 canciones (en teoría) porque el repertorio incluye un medley a la altura del décimo tema, el cual incluyó “Soberbio”, “7 Días”, “La diabla”, “Tu jueguito”, “Llévame contigo” y “Un beso”.
Es cuando interpreta “Un beso” que Romeo inicia su cachondeo, “que no hago por moda, sino porque me gusta”, con una “gordita” que subió al escenario como parte de su acostumbrada rutina artística. 
Vino el parafraseo, sus frases provocadoras para los hombres en el estadio y el coqueteo con esta joven que, probablemente, bajó del escenario sin deseos de regresar a casa y con deseos de irse de las manos con el chico de las poesías.
Anthony Romeo Santos, como inicialmente se le conoció a este talentoso y carismático artista, es generoso con su público, siempre lo ha sido y cuando está en escena suele permanecer allí entre dos horas y media y hasta tres. Anoche no fue la excepción. 
Cantar más de 25 canciones supone un tiempo largo y tendido, más cuando se está en un Estadio Olímpico de pie o sentado. Se estima que para este show se “escanearon” más de 50 mil tickets, según una fuente vinculada a la producción, aunque se estima que asistieron más de 60 almas. Toda una hazaña, de ser cierta.
No se presentó ninguna celebridad invitada, como ocurrió en el 2012, y los rumores que nombraban a varios artistas para acompañar al artista, no pasaron de ser tales. No fue necesaria la presencia de segundos, Romeo tiene armada una gira espectacular, con una selección de temas exitosísimos que el público coreaba sin parar, y cuando el cantante subía a tarima a un joven del público para un concurso en el que regaló US$1,000, el participante tenía dificultades para hacer lo suyo, ya que la gente se iba delante cantando como lo hace el fanático que pagó un boleto para disfrutar de un show inolvidable.
Romeo Santos se mueve con un aparataje técnico y artístico al mejor estilo de cualquier gran estrella de la música (incluyendo a los exigentísimos e inmanejables artistas anglosajones). No podía ser menos, para quien actualmente vende millones de discos y populariza canciones con tan solo tronar los dedos o abrir la boca. Anoche, en Santo Domingo se pudo comprobar una vez más, que el chico de las poesías escribe versos no tan solo para cubrirse de fama, sino que hoy también puede vanagloriarse de que se ganó el respeto y la admiración del público. Esta fórmula, no importa cuál sea su volumen, no siempre suele alcanzarse.