MENSAJE: Jordi Veras Cinco años después

Jordi Veras Rodriguez

Cuando el reloj marcaba las 6:25 de la mañana, el destino me tenía una cita con la muerte y a la vez con un milagro que se extendería durante todos estos años hasta este momento en que les escribo para dar gracias al Creador para que estuviese hoy con vida.  
    
Dar gracias a Dios porque a pesar de todo nos ofreció fuerzas y mantener las esperanzas siempre en alto para que no tuviéramos que desistir, en el inicio de las investigaciones, en el juicio preliminar, en primer grado y ahora ante Apelación.
   
 Dar gracias al Altísimo por el apoyo y la solidaridad de todo aquel que de una forma o de otra ofreció su respaldo.  Siempre fue mayor esos sentimientos de hacerlo saber a uno que no estaba solo que todas las perversidades que se han creado.
    
Dar gracias al Creador porque no ha permitido que la maledicencia a pesar de estar presente no haya sido la que ha primado. Y que nos haya permitido enfrentarla y nos hay cuidado en este trajinar.
    
Para ese año 2010, escribí varios artículos luego del atentado, en algunos establecí las consideraciones siguientes:
    
“Lo ocurrido a mi persona hace tres meses y veintiún días, no me ha hecho menos persona ni ha amilanado un ápice mi deseo de vivir, ni ha derrotado mi actitud positiva, ni ha derrumbado mi espíritu, ni ha aniquilado mi fe, ni mucho menos me ha hecho una persona amargada”. 

“Al contrario, me ha hecho más fuerte, más consciente de la maldad, sin entrar en ella, adorar y amar la vida y los seres humanos cargados de buenas intenciones”. “Me ha permitido estar al lado y conocer personas que con su energía y fuerza me han permitido seguir adelante, día a día, un paso a la vez y saber que el futuro es el presente que construimos hora a hora”. 
    
“Este país está compuesto por miles y miles de personas, que son los más, que desean cosas mejores para su comunidad y su país”. “Por hombres y mujeres, que practican todos los días la solidaridad, sin anunciarla; que viven de su trabajo, sin engañar a nadie; que muestran su mejor cara; sin esperar nada a cambio; de personas que te muestran su única y real cara, la sinceridad”. 

“Es cierto que he encontrado todo lo contrario, personas hipócritas, malvadas, de doble cara, los que te hacen llegar las noticias negativas o su espíritu vacío”. 

“Sin embargo, como me expresó un amigo,    'estos últimos que te resbalen y ponle asunto a los que cosas buenas tienen que ofrecerte'”. “Con la energía de todos aquellos y aquellas que me han demostrado su cariño, su abrazo, su oración, sus buenos deseos, su solidaridad y su fuerza”. “Con todo esto sigo adelante”.
    
Es cierto, a cinco años, que la vida de mi familia y la de quien escribe,cambiaron de forma radical. No hice nada más que lo legal, ético y correcto defendiendo a una víctima de un atentando anterior, quien salvó la vida milagrosa también; para merecer esto. 

Fue por un trabajo responsable, no por engañar ni estafar a nadie. Estos cinco años me han servido para aprender a que la mejor vía para enfrentar, no es con el propio mal, sino con la justicia y eso es lo que hemos hecho y logrado, con mucho sacrificio, constancia y paciencia.
    
Tal como he dicho este proceso penal no es ya un asunto individual o particular, sino que lo ocurrido a mi familia y a nuestra persona, puede ocurrirle a cualquiera que tenga del otro lado a una persona que tenga a bien disponer dinero para matar y esa modalidad de sicariato es lo que la sociedad dominicana ha visto que se ha propagado como verdolaga. 

Quedarse de brazos cruzados, quedarnos en la indiferencia o el temor, no son las respuestas a este tipo de crimen organizado, sino salirle al frente buscando actitudes, comportamientos y decisiones ejemplares para que hechos así no lleguen a ser una forma normal de vida. 
    
A cinco años aun parece que fue ayer que salí del pantano de la muerte y he sabido con ayuda de mucha gente, seguir adelante. Tengo lesiones que ya son y serán permanentes en mi vida, sin embargo, estas me sirven no para amilanarme, sino para saber que a pesar de las mismas puedo y debo levantarme día a día con mayor esperanza, pensando en que a otros no les suceda lo que aconteció en mi familia.
    
A cinco años del atentado en mi contra, desde el 2 de junio del 2010, estoy consciente de que aún falta tiempo para lograr una sentencia definitiva e irrevocable, a lo cual estamos, junto a mi familia y lo mejor de este pueblo, dispuestos a seguir el camino para que el sistema no sea burlado, ni mucho menos el dominicano que merece y aspira a algo mejor.