Cuando se habla de más


Por: Marilyn Ventura
Periodista

Aunque muchos no quieran admitirlo la música típica representa la viva estampa de lo que somos como dominicanos y la idiosincrasia de todo un pueblo que valora sus raíces.
    
El género típico, al que muchos suelen llamar música de tierra adentro, perico ripio o ritmo vernáculo, ha crecido a pasos agigantados dentro del mundo del entretenimiento.
    
En vez de quedarse rezagado ha acontecido todo lo contrario y se ha convertido en un ritmo fuerte, exportable, genuino y con nuevos colores que sencillamente nos enorgullecen y nos presentan un género sostenible a través del tiempo.
    
De sus exponentes solo podemos asegurar que se mantienen innovando constantemente, que se reinventan y que ofrecen un espectáculo de calidad y digno de múltiples encomios en cualquier escenario donde se presentan, tanto nacional como internacional.
    
Sin embargo, estas aseveraciones la hacen simplemente los que conocen del arrastre y trayectoria de la música típica, no solo en el Cibao como se ha querido vender, sino en todo el país donde se disfruta de este contagioso ritmo.
    
Considero que es penoso y bochornoso el caso del joven cantante Kelvin Saviñón, uno de los líderes de la nueva agrupación de salsa “Revolución Salsera” y otrora cantante de Chiquito Team Band, quien al parecer desconoce que bailar al ritmo de un buen merengue típico no tiene desperdicios.  
    
El atrevido artista acudió durante el fin de semana a un espacio televisivo de proyección nacional e internacional a despotricar contra el merengue típico, asegurando que la música típica está “abatida”.
    
Invitamos al naciente artista a manejarse mejor, a visitar Santiago y otros puntos del Cibao y el país para que compruebe el alcance descomunal de la música típica, donde la salsa ni sueña en llegar. 

Invitamos a Kelvin a jamás caer en la osadía de arremeter en contra de sus colegas de la música, pero sobre todo a no emitir información aviesa sobre un tema que no conoce, ya que simplemente lo que hizo fue caer en el ridículo ante tan visible realidad.