Por: Marilyn Ventura
Todavía retumba en mis oídos cuando la mayoría de ganadores a los premios Oscar agradecían tan sinceramente a su esposa por el amor incondicional, el tiempo que le han quitado y otros detalles significativos de las parejas que salieron a relucir durante la ceremonia.
Era evidente el cariño y respeto hacia esa mujer que ha estado a su lado por mucho o poco tiempo, pero que también ha servido de bastón para apoyarse en momentos difíciles.
Las lágrimas brotaron de algunos caballeros que sobre el escenario mencionaban con tanto fervor a su esposa, a la mujer que les acompañaba esa noche y por supuesto las cámaras no se hacían esperar para enfocar esos rostros que eran todo un poema.
Las féminas orondas al ver aquellos halagos de sus esposos en aquel infinito escenario de estrellas y visualizado por millones de personas alrededor del mundo, lo que de seguro las hacía sentir mujeres más seguras, más confiadas, fuertes y amadas por sus compañeros de vida.
En un momento extrapolé esa misma situación al plano local, donde de inmediato entendí que definitivamente vivimos en culturas y con creencias muy disímiles.
Aquí mientras más se oculta a la pareja mucho mejor y prácticamente en muy pocas situaciones se le agradece por el apoyo brindado durante la carrera artística.
Tal es el caso que si se le pregunta a un artista, productor y comunicador sobre su vida privada prefieren desviar la interrogación y responder con otras informaciones que nada tienen que ver.
No entendemos este afán de muchas figuras de ocultar la verdad o simplemente aparentar que son solteros, quizás entienden que con una soltería podrían ganar más adeptos, pero a nuestro juicio todo está en la educación recibida y en el valor que le damos a la familia.
