Agua con limón por las mañanas: 7 beneficios y 7 precauciones

Comenzar el día bebiendo agua con limón te ayuda a eliminar toxinas, equilibra el pH del cuerpo y mejora la piel, pero también tiene contraindicaciones si abusas de esta práctica.
El limón ayuda a fortalecer el sistema inmunológico gracias a su aporte de Vitamina C y también a luchar contra los radicales libres que son los responsables del envejecimiento prematuro. Si a esto le sumamos las propiedades hidratantes y de arrastre del agua, tenemos la combinación perfecta. Así, estos son algunos de los beneficios que aporta tomar un vaso de agua con medio limón en ayunas a diario.

Refuerza el sistema inmune.. La vitamina C y el ácido ascórbico que contiene el limón contribuye a la prevención de los resfriados y a una mejor absorción del hierro.

Poder alcalinizador. Si sufres desequilibrios en el pH, enfermarás con facilidad. El limon es alcalinizante y ayuda a mantener el pH equilibrado. Eso sí, recuerda que si lo ingerimos en exceso podemos obtener el efecto contrario.


Un diurético natural. Combinar el agua con el limón ayuda a eliminar toxinas y evita la retención de líquidos.

Mejora la digestión. Si consumimos el tibia lograremos estimular el tracto intestinal, mientras que el aporte de limón ayuda a purificar el hígado.

Embellece la piel. El agua con limón aporta luminosidad al rostro. La deshidratación del cuerpo deja la piel apagada, opaca y sin luz.

Aporta energía extra. Sustituir el café por agua caliente con limón es más energizante de lo que crees, pues su consumo contribuye a hidratar y a oxigenar la sangre.

Es un botiquín de emergencia. Consumir varios vasos de agua con limón (la cantidad debe determinarla un especialista) a lo largo del día combate el mal aliento, el estreñimiento y ayuda a compensar los efectos deshidratantes del alcohol. 

Aunque se trata de una práctica beneficiosa para la salud, es cierto que los expertos desaconsejan hacerlo en estos casos:

No bebas agua con limón a diario...

    Si tienes anemia o carencia de algún mineral como el calcio.
    Si padeces gastritis o acidez frecuente.
    Si sufres sensibilidad dental, daños en el esmalte o dientes débiles.
    Si tienes llagas o heridas en la boca o la lengua.
    Si tienes úlceras estomacales.
    Si padeces artrosis, osteoporosis o enfermedades reumáticas.
    Si sufres inflamación de la próstata o la uretra.