Anoche la Asociación de Cronistas
de Arte (ACROARTE) presentó al país su entrega número 28 de los premios que llevan
el nombre de nuestra gran artista y mujer ejemplar, Doña Casandra Damirón.
No me voy a enfocar en los
premios, total es más de lo mismo, solo aprovecho para hacer una reflexión. Esta
Ceremonia se ha convertido en una competencia de vestidos, nalgas, tetas y
bocas hechas, en fin todo lo que podamos imaginar de la fantasía femenina.
Nuestras presentadoras de
televisión en su mayoría son pobres muchachas graduadas en arrogancia y
engreimiento, estos elementos sumados a la poca o ninguna formación y humildad les impide que reconozcan sus
limitaciones y sólo así poder superarlas.
Al no tener otra cosa que exhibir
recurren a dar este espectáculo en la alfombra roja,y en sus centros de
trabajos se venden al mejor postor tan solo para lograr una posición . Ahora con las redes sociales al servicio de todos.
Muchas personas subieron a
Facebook y Twitter las fotos y vueltos locos comentaron. No es que este mal, de
hecho en la diferencia está la paz, lo que deseo es llamar la atención en el
sentido de ver más allá de un vestido.
Que el orgullo de ser mujer no se
quede en cosas vanas que vienen y van y luego pasarán. Más que flores con
encantos femeninos parecían áspides, que con su veneno amenazaban la musa del
poeta cantor de versos tiernos.
La mujer es la única responsable
del irrespeto que se ha ido ganando en la sociedad, en su afán de convertirse
en centro de atención, al vestir olvidan el pudor y sobre todo el cuidado que
evita profanación a un templo llamado cuerpo.
La mujer desde los medios de
comunicación debe ser motivadora de vidas, fuerza y capacidad que garantice su
permanencia en el espacio que con tanto
sacrificio por el trabajo de pasadas generaciones han logrado y dejar de se
maniquíes en la fiesta de la vanidad con nombre de Casandra.