Por:Ana
Pereyra
Santo domingo
“Tanto va el cántaro a la fuente hasta que se
rompe”. Así dice un adagio pueblerino, y
es lo que le ha pasado al candidato del Partido Revolucionario Dominicano,
Hipólito Mejía, pues tanta incoherencia terminó rompiendo la supuesta “magia”
que ejercía al hablar en su forma atípica.
Sus chistes se han
convertido en ofensas, burlas y
humillaciones que rayan en lo ridículo; su lenguaje soez denota cierto
desequilibrio mental, que podría en peligro el país, si por azar llegara a
ganar las próximas elecciones dominicanas.
Que
el Señor nos agarre confesaos, si por cierto descontento que hay en el país, la
gente, sin medir consecuencias, vota blanco. A veces es mejor quedarse “con mas
de lo mismo”, que con una persona que no sepa medir las consecuencias de sus
palabras.
Una
persona que no tiene control verbal es
un cuchillo de doble filo, porque por mas atípico que sea y más “cherchoso”,
todo el mundo merece respeto y consideración. No todos tienen
la suerte de Mejía, de Guarabo a la Presidencia.
Estoy segura que a las mujeres que trabajan en
casas de familias les gustaría tener otra suerte, pero las injusticias y
desigualdades sociales las colocaron en el bando opuesto a Mejía.
Pero
eso no le da derecho a ofenderlas, maltratarlas, humillarlas, vejarlas y
acusarlas de ladronas de sobras en casas de los pudientes.
Se
le olvidó al Mejía que esas pobres mujeres que les dan pedazos de bistec a sus “chulos” votan en las elecciones. ¡Ah y
también los chulos ejercen el sufragio!
Esas
mujeres muchas veces víctimas de violencia doméstica y abandonadas por sus maridos con un cuadro
de muchachos, no tienen otra alternativa que emplearse en casas de “familias”
ricas como la de Mejía para mantener a sus hijos.
Ya
nos imaginamos como serian vejadas las mujeres del servicio doméstico de la
casa de Mejía, tal vez comen sobras y les pagan sus honorarios cuando a él le
sale de los “forros” o está de chiste.
Pero no solo las empleadas domésticas han
sufrido la artillería verbal del candidato “de la esperanza nacional”, sino que
todo aquel que no esté de acuerdo con sus pronunciamientos también recibe su
cuota. Solo debemos remontarnos a sus 4 años de mandato, donde a los
periodistas los llamaba talibanes, babosos y decía improperios contra todos y
todas.
No
tiene respeto ni por las leyes que quiere representar porque dizque le duele el país. Total si modificó la
constitución para su beneficio personal y optar por la reelección, ¿qué más se
puede esperar?
Cuando uno no se respeta así mismo no puede hacerlo con los demás, por lo que
muchas veces se entiende su falta de tacto y respeto hacia sus conciudadanos.
Los chistes de Hipólito están cayendo muy
“gordo” en la población, se han vuelto muy ofensivos y ello le resta votos y
capacidad mental para gobernar. Hay que ver como terminó Bucaram, hay que
definirse: somos humoristas o políticos.