Investigación revela que hablar de nosotros mismos nos satisface tanto
como el dinero, la comida o el sexo, lo cual explicaría por qué tantas
personas encuentran tan placentero publicar en redes sociales como
Facebook y Twitter detalles sobre sí mismos.
Socialmente puede no ser siempre agradable, e incluso hay quienes aborrecen este rasgo en una persona, pero hablar de uno mismo es una inclinación natural difícilmente eludible, en algunos casos llevándose al extremo del pavoneo y la fanfarronería a propósito de las hazañas personales.
La alta incidencia de este comportamiento no parece ser una casualidad, pues a decir de una investigación reciente, su ejercicio provoca la misma sensación de recompensa que otras actividades como comer, ganar dinero o tener relaciones sexuales.
Lo anterior fue descubierto por un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard, quienes escanearon el cerebro de personas para identificar qué zonas se involucran cuando hablamos de nosotros mismos.
Socialmente puede no ser siempre agradable, e incluso hay quienes aborrecen este rasgo en una persona, pero hablar de uno mismo es una inclinación natural difícilmente eludible, en algunos casos llevándose al extremo del pavoneo y la fanfarronería a propósito de las hazañas personales.
La alta incidencia de este comportamiento no parece ser una casualidad, pues a decir de una investigación reciente, su ejercicio provoca la misma sensación de recompensa que otras actividades como comer, ganar dinero o tener relaciones sexuales.
Lo anterior fue descubierto por un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard, quienes escanearon el cerebro de personas para identificar qué zonas se involucran cuando hablamos de nosotros mismos.
El experimento consistió en pedirle a los
voluntarios que respondieran preguntas sobre sobre Barack Obama o sobre
ellos mismos, si elegían al presidente, recibirían a cambio un pago
monetario.
Esto, sin embargo, poco importó a la mayoría, quienes
prefirieron ser el objeto del cuestionario, cuyas preguntas iban de lo
más trivial (los ingredientes que les gustaban en una pizza) a otras un
poco más profundas sobre sus cualidades de personalidad.
Y si bien rechazar dinero por preferir hablar de uno mismo ya es suficientemente elocuente, las resonancias magnéticas practicadas durante la prueba confirmaron que cuando esto sucede, cuando la propia persona es el sujeto de su discurso, el sistema meso-límbico de dopamina se activa, el mismo que se asocia a la interacción placentera con la comida, el dinero o el sexo.
Diana Tamir, una de las investigadoras responsables del estudio, considera que esta evidencia puede ayudar a entender por qué tantas personas en todo el mundo adoran hablar de sí mismas en medios como Facebook y Twitter.
Pero si esto último es comparable con el sexo, quizá lo más apropiado sea reducirlo a un placer de corte onanista.
[Gawker]
Y si bien rechazar dinero por preferir hablar de uno mismo ya es suficientemente elocuente, las resonancias magnéticas practicadas durante la prueba confirmaron que cuando esto sucede, cuando la propia persona es el sujeto de su discurso, el sistema meso-límbico de dopamina se activa, el mismo que se asocia a la interacción placentera con la comida, el dinero o el sexo.
Diana Tamir, una de las investigadoras responsables del estudio, considera que esta evidencia puede ayudar a entender por qué tantas personas en todo el mundo adoran hablar de sí mismas en medios como Facebook y Twitter.
Pero si esto último es comparable con el sexo, quizá lo más apropiado sea reducirlo a un placer de corte onanista.
[Gawker]
Via:Gustavo Martinez
Coconete/blog