Por:Bolívar
Balcacer
Periodista
A Miguel de Cervantes y Saavedra se le atribuye haber dicho: "La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.", es lo que no toleran ciertos energúmenos de la comunicación en New York, que se creen Caballeros Romanos o de la aristocracia del siglo XV, sinvergüenzas que como el que va al baño hacen sus necesidades sin sentirlo.
Periodista
A Miguel de Cervantes y Saavedra se le atribuye haber dicho: "La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.", es lo que no toleran ciertos energúmenos de la comunicación en New York, que se creen Caballeros Romanos o de la aristocracia del siglo XV, sinvergüenzas que como el que va al baño hacen sus necesidades sin sentirlo.
Hace un tiempo denunciamos con pruebas firmes
desmanes cometidos por alguno de esos farsantes comunicadores que solo pregonan
la moral en ropa interior y se le olvida el daño que le han infligido a la
carrera que escogieron que fue la comunicación y lo peor de todo, que en su
afán por vender una falsa moralidad, se han propuesto estancar a todo el que
quiera emerger con luz propia, sobre todo a los nuevos talentos, a los que les
han puesto zancadillas de toda índole.
Lo peor de todo esto es que esos
inmorales y resentidos sociales, se ocultan en la humildad pero regando veneno
por doquier sin dejar pasar una, Ud.. lo ve en las reuniones haciendo la de
"muerticos" que no rompen un plato y son tan desfachatados que las
preguntas las pasan en papelitos para no dar la cara, o le pelean a sus
compañeros cuando estos le dan oportunidad a alguien que ellos entienden los a
adversado.
Da pena el comportamiento que asumen, lo que le
mantiene en el olvido porque no se han preparado para el cambio generacional y
menos para el cambio institucional que ya se ve en la humanidad, la perrería de amargados
de oficio que han reemplazado la sangre por bilis en su sistema circulatorio,
me hicieron consciente de la plaga de resentidos sociales que coexisten con
nosotros a diario y que tal vez por eso parecen hacerse invisibles por
momentos.
Son patéticos los aullidos de estas hienas que
posan de buscadores de justicia, pero entendida por ellos como la garantía que
nadie tenga lo que ellos no tienen.
Si alguien dice, sin ninguna pretensión de
ofender, o declara inocentemente como parte de la sustentación de un argumento,
que tiene un iPad, una paleta de agua, o peor aún, que es feliz, estas
plañideras sociales se rasgan las vestiduras convencidas de que vamos a
creerles que son defensores de la humanidad y de los desposeídos, ellos
incluidos.
Me dan lastima esos renacuajos humanos que por
suerte no pasan de 5 pero que han servido de payasos para que uno le coja la
seña y pueda ver su fracaso en todos los ordenes, en lo personal, en lo
institucional, en el comportamiento traidor que ha sido su plataforma y más que
eso en su falta de tacto a la hora de comportarse ante la sociedad, cuando lo
que debieran es limar aspereza para emerger como verdaderos líderes, pero que
se le puede pedir a estercoleros sin cabeza.
Lo que no soportan realmente estos apocados no es
que otros tengan algo, sino que ellos no lo tienen. La justicia no es su
objetivo, es no sentirse menos que otros porque creen que esos otros son más
por no ser iguales a ellos.
En algunos pueblos de lengua
inglesa la frase: "Estemos a la altura del vecindario", es
la típica manifestación de la naturaleza del envidioso que considera que la
felicidad no está vinculada con lo que él es, sino que es el resultado de la
comparación con quienes lo rodean, y por eso las desgracias de los demás son
premios gordos de la lotería y los logros de los otros son pesadillas a la hora
de intentar dormir.
El envidioso es ese histérico que
se siente despojado por los demás, a quienes acusa de sus males. Su escasa
capacidad solo le ha permitido comprender que no tiene cómo alcanzar lo que
otros sí poseen, y a falta de virtud y de carácter, encontró en la igualación
la forma que no quede en evidencia su patética condición de nadería.
Si yo no tengo, entonces que nadie tenga. Como sugiere Freud, para evitar la envidia primitiva, algunos creen que lo mejor es que "nadie debe querer sobresalir; todos deben ser y querer lo mismo".
Si yo no tengo, entonces que nadie tenga. Como sugiere Freud, para evitar la envidia primitiva, algunos creen que lo mejor es que "nadie debe querer sobresalir; todos deben ser y querer lo mismo".
Hoy me siento felíz porque a estas alturas se
cual es mi rol y cual debe ser mi norte, he decidido, expandir mis
conocimientos a jóvenes que van surcando un nuevo porvenir en la comunicación,
mostrándoles el camino de la educación, de la preparación, influyendo para que
se preparen en todos los ordenes, pero dejando en el olvido la mediocridad y la
envidia y sobre todo el enanismo mental que es lo que sobre abunda en ciertos
personajes desclasados de la comunicación neoyorquina que cuando no meten la
pata a la entrada, la meten a la salida y aun así quieren que se le respete
porque para ellos lo único que importa es su moral, una moral lanzada por la
cloaca, porque ellos se encargaron de eso violando sus propios principios y la
ética de las instituciones que representan.
Estas alimañas, que a pesar de que envejecen
prematuramente porque se autoconsumen en su agriera existencial, todo lo
envenenan y encuentran en la envidia la solución a su poquedad. Detestan que
los demás brillen, porque tanta luz pondría en evidencia el tono verde envidia
de su piel, o cuero, para ser más específico.
Nadie decente y educado tiene derecho ni
justificación para desarrollar un complejo de superioridad frente a los otros,
pero tampoco tenemos que aguantarles los complejos de inferioridad a los
resentidos.
Es tan caranga quien cree que la ostentación de cosas lo hace más, como el que se siente menos por la ostentación de otra caranga.
Es tan caranga quien cree que la ostentación de cosas lo hace más, como el que se siente menos por la ostentación de otra caranga.
Gracias le doy a Dios que me ha permitido crecer
y ver el mundo desde otra óptica, gracias le doy a Dios por haber puesto en el
camino a figuras como Don Rafael Herrera, Dr.Carlos Dobal, Don Julio Jaime
Julia, Ignacio Ramonet, Jesús Quintero, Anthony Worth a piezas de primer orden
como Rafael Alvarez o a lumbreras como Facundo Cabral y otros tantos que me han
enseñado que el enano aunque esté en una montaña no es grande sino que está
alto, cosa que deben saber los que firman su propia muerte moral en un cheque
en blanco sin pertenecerle.