Por:Carlos de San Juan
Eran las diez treinta de la noche,
las instalaciones de Monte bar La Colinas estaban llena, debido a que se
presentarían la mambera Juliana y Miriam Cruz.
Al preguntarles a los asistentes a quienes fueron a ver, todos contestaban a Miriam, nadie hablo de Juliana.
Esta le tocó abrir
demostrando un pobre repertorio, el cual no lleno las expectativas de
los asistentes, era común escuchar pedir que la bajaran de la tarima.
Cuando le tocó el turno a Miriam Cruz todo cambio, se desato una furia colectiva entre el público presente.
Demostró en tarima, elegancia, dominio escénico, excelente vestuario, dígase que la noche estaba preparada para ella.
Hay que recordar que con el garbo se nace, cosa que le sobra a Miriam, pero que Juliana carece.
Si Miriam le hubiese tocado abrir y a
Juliana cerrar, la gente se hubiese marchado, pero los organizadores
sabían de esto, por lo que prefirieron hacerlo a la inversa.
Testigo de lo que escribimos, es el
público presente, los meseros, porteros, parqueadores, quienes
aplaudieron cuando sonó la primera nota musical de la orquesta de Miriam
Cruz.