En un hogar sin agua, las manos se sienten atadas. Todas las funciones que ameritan el líquido incoloro y sin olor son vitales para el desenvolvimiento humano. Y fuera del espacio íntimo de cada persona, el agua es el recurso más indispensable. ¿Qué sería del campo sin agua?
“Desde que nos levantamos nuestro cuerpo comienza a pedir agua de manera innata, para hidratarnos después de haber descansado ocho horas. Más tarde tomamos una ducha para ir limpios al trabajo”, se refiere con tino en airesdecampo.com.
Marzo es el mes dedicado al agua. La misma que se utiliza para preparar todos los alimentos que se ingieren y está presente en la mayoría de tus actividades.
La provisión de agua en la región del Cibao está fundamentada en tres regiones hidrográficas, la del Yaque del Norte, Atlántico y la del Yuna, a su vez estas tres regiones contienen a su interior once cuencas y doce ríos principales que son Yaque del Norte, Masacre, Chacuey, Yuna, Camú, Bajabonico, Yásica, Río San Juan, Baquí, Boba, Nagua y Limón.
“Estos ríos son alimentados por cientos de afluentes, humedales y acuíferos que conforman la hidrografía de nuestro Cibao”, informa Hamlet Otáñez, antiguo director de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago.
Aunque el agua es el recurso con mayor espacio en la tierra (se calcula que cubre el 71 por ciento de la corteza global), el neto potable, apto para consumo humano no es eterno. Su escasez genera muertes y manifestaciones constantes en comunidades afectadas.
En el país, los paros de labores más ácidos son motivados por la falta de servicios vitales, y el pedido de agua encabeza. “Toda la vida, desde que nací, sufrimos por la falta de agua.
Caminábamos kilómetros de noche para buscar agua en laticas de aceite. Yo era muchachita cuando eso”, recuerda Carmen Marte, sobre las peripecias que vivió en su natal Salcedo.
Las fuentes
De acuerdo con Hamlet Otáñez Tejada, en Santiago se dispone de fuentes de agua para ser potabilizada y servida a la población. Un ejemplo lo es el complejo hidroeléctrico Tavera-Bao-López-Angostura, que constituye una fuente cercana y segura que a su juicio permitiría seguir abasteciendo a la ciudad.
Hace la salvedad de que la distribución de esos caudales para los usos humanos debe ser eficiente, así como preservar el patrimonio ecológico para las cuencas.
En ese tono, el profesional de la ingeniería levanta la bandera de alerta. “Preveo que si no nos sometemos a un preciso programa de conservación y aprovechamiento del agua en la cuenca del Yaque, que contenga un plan de manejo integral de la cuenca, ordenamiento territorial, transformación de los sistemas de riego, especialmente en la zona arrocera y bananera de la Línea Noroeste, y un programa de reducción de agua no contabilizada en los acueductos de la región, entonces tendremos graves conflictos sociales por la escasez de agua”.
Especialistas recomiendan mojar las plantas de noche y evitar la manguera al lavar vehículos, así se economiza agua. La Corporación del Acueducto y Alcantarillado (www.coraasan.gob.do), comparte ideas para racionalizar el agua.
Atención a las cuencas
“A lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta”, reza un dicho que invoca al despilfarro humano en torno a un capital que no costó sudor propio.
En el caso del agua, de acuerdo con Hamlet Otáñez Tejada, ingeniero civil con especialidad en ingeniería sanitaria y ambiental, se desperdicia un alto porcentaje del líquido debido a que la mayoría de los dominicanos y dominicanas “no paga o paga menos de lo que vale el agua potable y esta situación incide en que no se valore el agua como bien finito que es”.
Hace dos años el periódico El Día tituló “Dominicanos gastan tres veces más del agua que necesitan”, en el encabezado de una nota que daba cuenta de que “pese a que los parámetros internacionales en cuanto al consumo de agua por persona diariamente, son de 250 litros, los dominicanos “malgastan” hasta 600 litros. Esto forma parte de la cultura de despilfarro de la población y poco control de las autoridades con el líquido en peligro de extinción”.
Sobre este tema, Hamlet Otáñez refiere el programa de reducción de agua no contabilizada (por sus siglas Piranc) creado en 2008 cuando fungía como director de Coraasan. Expone que el plan “busca modificar la manera en que se gestionan estas pérdidas, como se comercializa y se mide el agua provista, detección de fugas y gestión de cada gota que entra a los acueductos”.
El proyecto obtuvo reconocimiento y apoyo financiero del BID y partió de la preocupación por la falta de “mecanismos de gestión integral de las pérdidas comerciales y físicas del agua en los acueductos”. O sea, declara el experto, no es que cada dominicano y dominicana gaste en su uso individual esa cantidad de agua, sino que el gran despilfarro está en que la mayoría no cumple con el pago que cuesta.
El plan piloto del proyecto ocupó el Centro Histórico de Santiago -y según Otáñez- el modelo ha servido para que organismos como el BID se haya interesado en financiar su extensión a gran parte de la ciudad. Considera que el programa debe sostenerse por décadas porque busca resultados sostenibles en el tiempo.
Preocupación ciudadana
Cada persona puede contribuir a preservar este recurso. Y aparte de educar, urge un Plan Integral de Manejo de Cuenca en el río Yaque, con una autoridad regional que lo auspicie y dé seguimiento, opina Otáñez.
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EL EXPERTO SUGIERE REDUCIR USO
Los ayuntamientos deben realizar acciones que tiendan a un Ordenamiento Territorial en las ciudades y en lo rural, para impedir la invasión y contaminación de la cuenca.
Los acueductos de la región deben ajustarse a un plan de reducción de porcentajes de agua no contabilizada y los resultados les permitirían al gobierno organizar el financiamiento de esos acueductos. De modo que si el sistema ahorra agua, se aumentarían los programas de desarrollo.