Por:José Alfredo Espinal
Liderazgo contaminado |
SANTIAGO, República Dominicana.- En un principio
aparecen muchísimos grupos y personalidades que lideran un discurso en
defensa de las mayorías. De repente, se silencian sus voces y sus
denuncias disminuyen o cesan completamente.
No es que uno o dos callen o simplemente sientan algún tipo de
presión y en el peor de los casos permitan que le compren su conciencia a
cambio de su silencio.
Hacer oposición y rehusarse a reconocer lo que anda bien son dos cosas muy diferentes.
Pero, ninguna de las dos posiciones que asuman como llamados
“defensores” de las mayorías no es un factor para guardar silencio
definitivamente.
Esos llamados grupos de la izquierda, dirigentes populares,
dirigentes sindicales y los denominados representantes de la sociedad
civil, con escasas excepciones, aparecen por un tiempo y luego se apagan
como por “arte de magia”.
Llama poderosamente la atención que durante años los gobiernos
nuestros se han burlado de las leyes, de los principios y hasta de la
confianza depositada en sus hombros, pero casi todos se hacen cómplices
de sus atrocidades ejercidas desde el poder que le otorga un pueblo.
Un pueblo que ha soportado por años los males de la corrupción
pública, el alza abusiva de los precios de los combustibles, la
carestía de la canasta básica familiar, la tarifa eléctrica y sus
apagones, el narcotráfico, y la delincuencia.
A veces da la impresión que se trata de unos sueños tormentosos
simplemente, pero los años demuestran que los males son una real
pesadilla.
Pero no se trata de quemar el país por tantos abusos y desigualdades
sociales, sino de que algún movimiento en particular se case con la
gloria para que de una vez y por todas respeten al pueblo.
No se trata de este u otro gobierno. Se trata de un sistema que debe
cambiar, de mentalidad, de accionar y de principios en la asunción al
poder.
Los dominicanos no perdemos las esperanzas, pero hay muchos que están
cansados de la burla de sectores poderosos económicamente, que
históricamente ha vivido de los más pendejos.