Hace
dos años, en julio del 2011, a los 77 años de edad falleció doña
Yolanda Sepúlveda, llevándose consigo el deseo de ver a la justicia
terrenal accionar contra los asesinos de su hijo, el malogrado
merenguero Tony Seval.
El dolor que
provocó el vil asesinado del intérprete de “El muerto”, acompañó a doña
Yolanda hasta el día de su muerte, padeciendo el silencio de una
justicia que se mantuvo a espaldas de los reclamos para que investigaran
los hechos ocurridos el 24 de octubre de 1985.
Ese dolor nunca
terminó, provocando enfermedades que minaron la fortaleza de esta mujer
poco a poco. El víacrucis de este merenguero que disfrutaba de gran
popularidad con su agrupación merenguera, inició el 22 de octubre de ese
año, cuando fue apresado y encarcelado en el destacamento policial de
Villa Juana, bajo la acusación de consumo de drogas, historia que sus
más cercanos, y sus fanáticos, nunca asumieron como verídica.
Uno de los
argumentos esgrimidos por los agentes de la policía del destacamento,
era que el merenguero había tenido un enfrentamiento violento con los
demás presos y recibió múltiples heridas de armas blancas en todo el
cuerpo que le quitaron la vida.
Otra versión
aseguraba que Seval enfrentó la custodia carcelaria y que para llevar a
cabo su objetivo rompió la tapa de un inodoro y con un objeto punzante
los atacó. Una serie de argumentos falaces se sucedieron mientras
pasaban las horas.
El pueblo no creyó
ninguno y comenzó a manejar una información que resultaba más creíble:
la muerte de Seval fue por motivos pasionales. Señalaban a un alto
oficial militar de ser el responsable del asesinato. Testigos en los
alrededores del Hospital de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional
aseguraron que la noche en que, herido, el cantante fue trasladado a ese
centro hospitalario, se escucharon disparos en las afueras del mismo.
La popularidad que el malogrado artista había alcanzado se sumó a la
rabia e impotencia de la gente e hizo que el pueblo se lanzara a las
calles.
Encendidos de velas
y velones en todas las aceras y contenes de las calles del país
llamaron la atención de las autoridades, motivando al presidente de la
República de entonces, el doctor Salvador Jorge Blanco y al secretario
de las Fuerzas Armadas, mayor general Manuel Antonio Cuervo Gómez, a
dirigirse al país.
Tanto las promesas
de llevar al banquillo de los acusados a los responsables de cegar la
vida del artista, como el expediente, con el paso del tiempo fueron a
parar a la gaveta de un escritorio y hasta hoy nadie se ha atrevido a
desempolvarlo.
Este 24 de octubre
se cumplieron 28 años del horrendo crimen y la verdad continúa en el
limbo, mientras el brazo de la justicia se hace cada vez más corto para
alcanzar a los asesinos de Tony Seval.