Por:Lucy Cosme
Fe es la llave que recibimos en el altar de la oración para abrir los templos de los cielos y comprobar que sus tesoros exceden nuestras plegarias.
Ella coloca las gemas del corazón de Dios en el nuestro. Los muros del alma se sellan con el fuego de la oración y se pintan con el rojo ardiente del valor cuando reconocemos quienes somos y aquello que Dios nos ha concedido.
La fe desarma nuestros criterios y reconfigura los designios divinos en la zapata de nuestra conciencia, capitaliza nuestros sueños y hace productivos nuestros desiertos, no abandona al pobre, es el bastón del cansado, las alas del prisionero y el pan del desposeído. Basta un toque, y el cielo abre! Sus respuestas están a un clamor de