Aunque las motocicletas son propiedad de los comerciantes, en muchos casos carecen de documentos.
Las altas velocidades y las imprudencias en el tránsito que
cometen los miles de mensajeros a domicilio motorizados (“deliveries”)
que se movilizan en la capital ponen en peligro la integridad física de
automovilistas o peatones.
El exceso de trabajo a que son sometidos los
jóvenes que se dedican a esa labor y los abusos laborales que enfrentan,
constituyen otros detonantes que convierten la actividad en una de las
más peligrosas, por las pérdidas de vidas y las amputaciones de
extremidades que provoca.
La falta de oportunidades para estudiar y
acceder a empleos formales provocan que miles de jóvenes se enrolen en
esa actividad en la que trabajan hasta 14 horas diarias y en la que
ganan salarios que apenas les permiten seguir viviendo.
En algunos casos, sólo reciben por paga las propinas de los
clientes. “Tenía más de 2 años buscando trabajo y lo único que encontré
fue esto”, afirma Máximo Gutiérrez, uno de los más de 40 mensajeros a
domicilio al servicio de una importante cadena de comida rápida.
El Observatorio Juvenil y Políticas Públicas reveló recientemente que
el 58 por ciento de los jóvenes sin empleo del país carece de
experiencia laboral y el 82.4 por ciento no ha alcanzado el nivel
secundario, hecho que limita su acceso al empleo formal.
Máximo, de 23 años de edad, abandonó la universidad un semestre después de haber iniciado la carrera. “La falta de dinero y la pobreza de mi casa no me permitían concentrarme”, dijo.
La necesidad de aumentar las ventas, dándole facilidades a los
clientes para que hagan sus pedidos por teléfono y los reciban a
domicilio, motivó a pequeños supermercados, farmacias, colmados,
empresas de comidas rápidas, heladerías, tiendas de repuesto y otros
establecimientos a contratar a los “deliveries”.
En su afán por hacer un trabajo eficiente, entregando la mercancía en
el menor tiempo posible, los “deliveries” transitan a altas
velocidades, roban la luz roja de los semáforos, corren por las aceras,
hacen rebases imprudentes, poniendo en peligro su vida y la de los
ciudadanos que encuentran en el camino.
Sin importar la distancia, algunas empresas de comida rápida obligan a
sus mensajeros a entregar la mercancía en 45 minutos, so pena de
recibir sanciones que incluyen la cancelación sin recibir las
prestaciones laborales correspondientes.
“Ellos se combinan con la
secretaría de Trabajo (ministerio) para no darle a uno sus
prestaciones”, afirma Francisco Acevedo, quien recibe un salario mensual
de RD$8,000 y labora de 10:00 de la mañana a 11:00 de la noche.
Acevedo conoce los riegos que corre en las calles, pero “no me queda
otra alternativa”. Sin embargo, teme sufrir un accidente de tránsito que
le mantenga meses inmovilizado, sin recursos para sostener el hogar. La
mayoría transitan sin los documentos que exige la Ley de Tránsito para
conducir un vehículo de motor.
Abusos laborales
Los mensajeros a domicilio de una importante cadena de comida rápida
se quejaron de que los patronos se quedan con la propina que reciben de
los clientes, aunque está consignado por ley que les corresponde el 10
por ciento del monto de la factura.
“A veces la dan, pero dan lo que les parece. Siempre nos engañan con eso”, expresaron.
Indicaron que la propina es la única forma de “rendir” el pequeño salario mensual que reciben por su riesgoso trabajo, que apenas alcanza para sobrevivir.
1- Los “deliveries” afirman que conocen el riesgo que corren en las calles, pero afirman que no tienen otra alternativa.
2- Los accidentes entre los mensajeros a domicilio abundan, debido a las múltiples imprudencias que cometen.
3- En muchos colmados, los mensajeros a domicilio laboran hasta que haya trabajo y por paga reciben sólo propinas.
4- Con frecuencia, los “deliveries” transitan sin los documentos requeridos por la ley.
5- Un “delivery” suele trabajar hasta 14 horas diarias, hecho que constituye un exceso peligroso.