El talento no siempre va de la mano con la inteligencia.
Un artista talentoso que, por demás es inteligente, tiene en sus manos las llaves para abrir puertas insospechadas.
El artista maleducado, sin formación hogareña, que viola los cánones
establecidos, es capaz de tomar acciones propias de un delincuente.
No basta la popularidad y la fama ganada con los años, cuando llegado el
punto donde su ego se siente afectado no tiene la capacidad para hacer
uso de un momento de inteligencia y evitar pasar el límite de lo
correcto.
Es así como de golpe y porrazo se cae el velo y deja al descubierto un ego revestido de odio, envidia, irrespeto y maldad.
Esa poca o nula inteligencia los invita a hacer uso de acciones
ilegales para saciar ese ego alimentado de maldad y acechanza, sin
importar a quienes afecte con sus acciones, aún se trate de quienes
siempre, en sus peores momentos, le tendieron las manos.
Entonces es cuando el santo cae ante su propia turbulencia y nos deja
ver el verdadero corazón de quien se vendió ante la opinión pública como
un dechado de humildad.
Por:José Antonio Aybar F.
via http://testigouno.blogspot.com/