Todo pasa, hasta el más pesado de los sueños, todo termina, el tiempo inhala cuanto existe en un respiro, como si no hubiese sido.
Los archivos sagrados vienen y van con sus líneas doradas y sus registros secretos.
Habitantes del submundo, viajeros del silencio, abrazados en una vieja canción, o proyectados en el arco iris de un recuerdo.
Tal vez vibren en la tensa cuerda de una mirada o bailen en la complicidad de dos manos al andar, eso es todo.
Pero vivieron bajo el sol aunque hoy agonizan entre oraciones y esperanzas, como restos de un naufragio, mecidos sobre la marea en las tablas de las promesas.
Los hombres olvidan, Dios no. Sus promesas son vida. ¡El cielo y la tierra pasarán, su palabra no pasará!