¡Y Dijo Dios: hágase... Su voz es la voz de la eficiencia! Al darnos una voz pretende que comuniquemos cosas y que seamos su voz en la tierra, una voz que conoce su voz, creando resonancia divina en este mundo sobreviviente del frenesí cotidiano, trayendo el cielo a la tierra, siendo la voz de la esperanza, el canto de la paz, el susurro del amor y la respuesta de la fe.
Es así como muchos se identifican y comparten la sonata de un sueño, la nota vibrante de nuestras convicciones y el timbre de nuestros valores.
Aunque no sueñas como ellos sueñas sus sueños.
Hoy el mundo no busca a jinetes galopando sobre el eco de un ego amaestrado, quiere una voz arrodillada ante el llanto de una humanidad humillada.