New York (SL) -Por encima de
cualquier disgusto, cuando dentro de una categoría existen dos o más
nominados con amplias condiciones para convertirse en el ganador, todos
reconocemos que cualesquiera que resulte ganador, merecía el premio.
Pero hablar de favorecer a los
de menos trascendencia, ignorando sin ninguna razonable el éxito de
quien sí, acumuló los méritos para ser premiado, deja un tóxico y amargo
sabor en quien durante todo un año marcó la diferencia, además en la
credibilidad del Premio y sobre todo en el pueblo que observa y no es
tonto.
En el Soberano 2015 “Acroarte”
volvió a poner en tela de juicio la integridad y pulcritud de un premio
que desde los últimos años de ser “Casandra” ya venía arrastrando una
tela de descrédito, el que hoy ha sido elevada a su más alta y soberana
expresión.
Los patrocinadores de “Premios
Soberano” deben entender que por el bien del premio, requieren de una
reestructuración urgente, por ser una institución donde los miembros de
“Acroarte” se han convertido en juez y parte, por eso de que una gran
mayoría de ellos manejan artistas, creando una guerra interna de
intereses, como se demuestra en las incoherentes e inexplicables
votaciones que continúan generando descontento y apatía del público,
votaciones que en tres ocasiones y dentro del mismo premio perjudicaron
la trayectoria exitosa del respetado y querido artista “Héctor Acosta”.
1ro. Lo ignoraron en el renglón
artista destacado en el extranjero, a sabiendas que dentro de los
artistas radicados en el país únicamente “Juan L. Guerra” tiene mayor
trayectoria e incidencia.
2do. Le arrebataron el premio
como “Merengue del año” otorgándole el reconocimiento a un tema que por
sus hermosas y cristianas letras debieron excluirlo de lo popular y
ponerlo a competir en el reglón de “Música religiosa”, para evitarse la
contradicción generada contra un popular tema como “Llego la Morena”
éxito que abarrotó presentaciones en todo el país y obtuvo en el año en
cuestión un “Premio lo Nuestro”.
Pero el 3er e insólito descaro,
se vivió al momento de arrebatarle la estatuilla como “Orquesta del año”
otorgándole el Soberano a “Miriam Cruz”, una popular merenguera cuyo
último y verdadero éxito se llamó “Cosas de él” y de eso distan ya
varios años, pero quien además en comparación con “El Torito” sólo es
reconocida en las 4 esquinas que componen la comunidad de dominicanos en
el extranjero.
Ambos artistas premiados, se las
pasan predicando su humildad, pues yo los invito que en nombre de esa
creencia cristiana que profesan, tengan el valor públicamente de aceptar
que están exhibiendo algo que todos sabemos que no les pertenecen, y
que al final sólo generará el rechazo del público.
Ya el daño está hecho, pero su
negativo e irreversible efecto quedará plasmado para la historia, de una
administración que deja a través de su gestión, más interrogantes que
satisfacciones.
Por: Agustin de la Cruz