Por:Marilyn Ventura
Tenía tiempo que no leía tantas críticas y opiniones diversas sobre una imagen colgada en las redes sociales, como la fotografía de la presentación de las porritas del equipo amarillo Aguilas Cibaeñas.
No solo porque me toca directamente, por ser del Cibao y de Santiago específicamente, quiero expresar mi descontento por los incontables comentarios despectivos que han recibido estas jóvenes a través de medios y redes.
Parece increíble pero es totalmente cierto, el hecho que nos acostumbráramos tan rápido a ver estas chicas con cuerpos voluminosos y poca ropa bailar con movimientos insinuantes en medio de los estadios.
Es inverosímil que la prudencia y el decoro no merezcan el más mínimo halago y encomios por parte de los seguidores y fanáticos de la pelota invernal.
Pero más descabellada es la idea de leer en páginas digitales como sus editores se ufanan escribiendo que lo que actualmente vende es la carne y que esas faldas largas utilizadas por las chicas no están de nada.
Es penoso ver como admiramos y valoramos a las bailarinas de los demás equipos, quienes se han enfocado en traer “mujeres operadas” desde Venezuela y Colombia para que dancen casi desnudas en las arenas.
Me resulta chocante, que no seamos patriotas, nacionalistas y admiradores de lo nuestro. Me resulta imposible pensar que lo que vende es un cuerpo de bisturí, unas extensiones de pelo y un maquillaje suntuoso.
Qué ejemplo les estamos dando a nuestros niños, a la nueva generación que va subiendo, a quienes no conocen de la sociedad deteriorada que tenemos y sobre todo a aquellos que todavía apuestan por los valores y la familia.
