En la actualidad, pareciera que en las relaciones interpersonales, la informalidad le ganó terreno a la cortesía. Ser educado es algo inherente a nuestra condición humana.
En el mundo laboral, se nos pueden abrir muchas puertas si familiarizamos con algunas de estas reglas, y así marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de una reunión de negocios.
Años atrás, los modales, el respeto y la “buena educación” eran prioridades de la vida cotidiana. “Por favor”, “gracias”, “permiso” y “disculpe” no eran palabras esperables, sino obligatorias.
La cortesía era indiscutiblemente parte de la vida cotidiana, había que saber agradecer un regalo o una invitación, escribir una nota de condolencias y preparar bien la mesa para cualquier ocasión.
Luego las costumbres se flexibilizaron en la misma medida en que cambiaron los tiempos y, aunque sea cierto que relajar un poco las normas fue necesario, hoy mucha gente exitosa de diferentes ámbitos, que no tuvo la suerte de recibir pautas de comportamiento en el marco de la familia, se encuentra con que debe aprender a conducirse tanto en sociedad como en el ámbito empresario.
Ubicar correctamente a los comensales, elegir la vestimenta adecuada para la ocasión, saludar como corresponde a visitantes extranjeros, son algunas de las situaciones que todos queremos atravesar sin morirnos de vergüenza en el intento.
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